Día 10

Intimidad en la relación

Tener intimidad con Dios es ser conocido por Él y también conocerlo. 

Podemos ver parte de esto en el Salmo 139, donde David comparte la intimidad que Dios tiene con nosotros en Su conocimiento. Desde nuestras acciones diarias hasta los tiempos antes de que naciéramos, Dios ve y conoce cada detalle de nuestras vidas. 

La pregunta nunca ha sido si Él nos conoce ó no, ó si desea tener intimidad con nosotros.
La pregunta es: ¿estamos dispuestos a devolverle esa misma intimidad a Dios? ¿Lo conoces?
La intimidad nunca tuvo la intención de ser unilateral. 

Por definición, la intimidad es el estado de tener una relación personal cercana: tiene dos caras. Dios desea estar en una relación de dos lados contigo. 

La muerte y resurrección de Jesús tuvo lugar para que pudieras tener libre acceso a Dios y desarrollar este tiempo de intimidad con Él. 

Mientras participa en este ayuno, tómese un tiempo adicional para estar con Él simplemente por el hecho de estar con Él. 

Lee el Salmo 139 y pregúntale a Dios cómo puedes empezar a cultivar la intimidad con Él. Conéctese con Dios a través de la conversación y el aprendizaje con solo hablar con Él y leer Su palabra. 

Desarrolla una relación en la que Él no solo te conozca a ti, sino que tú también lo conozcas a Él.

Oración: 

Dios, no hay nadie más como Tú. Antes de conocerte, me conocías íntimamente. ¡Así como Tú me conoces, yo quiero conocerte! Muéstrame cualquier cosa que pueda estar reteniendo nuestra relación. 

Enséñame cómo es estar en una relación real contigo. Cualquier tiempo que pase contigo es más de lo que podría pedir. ¡Te amo, Señor! Amén.

Sagrada Escritura:

Salmos 139:1-16 NVI

¡Oh Señor, me has examinado y me has conocido! Tú sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; disciernes mis pensamientos de lejos. Buscas mi camino y mi descanso y conoces todos mis caminos. Incluso antes de que una palabra esté en mi lengua,

he aquí, oh Señor, tú lo sabes todo. Me rodeas, por detrás y por delante, y pon tu mano sobre mí. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Es alto; no puedo alcanzarlo.

¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿O adónde huiré de tu presencia? ¡Si subo al cielo, allí estás tú!

¡Si hago mi cama en el Seol, allí estás tú! Si tomare las alas del alba y habitare en los confines del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. 

Si digo: “Ciertamente las tinieblas me cubrirán, y la luz a mi alrededor se hará noche”, incluso las tinieblas no son oscuras para ti; la noche es clara como el día, porque las tinieblas son como luz contigo. Porque tú formaste mis entrañas; me entretejiste en el vientre de mi madre te alabo, porque estoy hecho maravillosamente. Maravillosas son tus obras; mi alma lo sabe muy bien. No fue ocultado mi cuerpo, cuando estaba siendo hecho en secreto, entretejido en las profundidades de la tierra. Tus ojos vieron mi sustancia sin forma; en tu libro estaban escritos, cada uno de ellos, los días que me fueron formados, cuando aún no había ninguno de ellos

 

Previous
Previous

Día 9

Next
Next

Día 11